miércoles, 7 de agosto de 2013

LLUVIA

LLUVIA


Cae una catarata por encima del tejado,
justo a la izquierda del vaso de vino.
Como si estuviera mojándome el hombro golpea a mi lado.
Pega, apalea, golpea.
Incesante maltrata el piso, porfiándole al aguante del cemento.
El pavimento áspero aguanta indiferente,
sabe que algún día será agujero.
No son estrellas.
Me imagino la gotas golpeando el piso, rebotando
y subiendo milímetros que para ellas serán saltos infinitos.
Por detrás, justo encima de la cabeza, otros ruidos parecidos a clavos
intentan desesperadamente perforar el techo de chapas transparentes.
Yo pienso en otras cosas, en cuestiones que escribí un rato antes,
me resultan importantes.
Las gotas me distraen, no paran,
me dicen “ey…,  estamos acá”,
somos el espectáculo imperdible de esta noche
en este desierto de mierda.
También traemos la vida… mirá, miranos.
Salgo a la noche,
agosto está helado y el agua también.
Casi imperceptible, detrás de una nube,
justo encima de la corona del Cerro de la Virgen,
la luna clava dos cuernos en el occidente.
Llueve en Chos Malal,
es una bendición que adelanta un buen verano.
El río pasa furioso a mi lado,
empuja agua a raudales.
Ahora el cielo se detiene, vuelvo al calor
y el silencio.


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