jueves, 28 de febrero de 2013

ADIOS REPETIDO



ADIOS REPETIDO
Mario A. Alonso

En horas de la plegaria
pactan fieles la música y la tarde
el brillo mortecino encarnado, tinto
la melodía azul inaccesible, sofocada,
arrebatan la conciencia desgarrando corazones.
¿Acaso has vuelto?
De tu horizonte líquido nada queda,
tampoco vuelan más los pájaros tu cielo
y el calor que precedía la tormenta
hoy es frío de invierno.
Adiós repetido, machacado
¿Acaso has vuelto?
Es hora de la plegaria
y la indulgencia.

miércoles, 27 de febrero de 2013

LITURGIA SANA DE DOMINGO



LITURGIA SANA DE DOMINGO
Mario A. Alonso

El serrucho ha dejado de serlo para convertirse en un pez de carne compacta y acerada, con afilados dientes que amagan clavarse en la naranja que llevo por corazón.
Más no me amilano y extraigo de entre ceja y ceja un reluciente pétalo de narciso que va a hundirse en su único ojo ciego.
Sangra chorreando colores brillantes en el penúltimo estribo de la estantería.
Ahora se retuerce y el ruido desafinado de su larga espina lastima la nariz que a gotas llora la escasez de colores.
Es el final, moribundo se arrastra, la oreja rota y el óxido no hacen juego con la alegría.

ODA DE LA MELANCOLÍA



ODA DE LA MELANCOLÍA
Mario A. Alonso

Una feroz dentellada en el vientre advierte el frío que llegará por oriente a importunar a los amantes imperfectos, entonces, irremediablemente, ellos bucearán en la profundidad de una pupila hasta ahogarse en esas lágrimas, o en las propias.
Cayendo la tarde encenderá el cielo su policroma fiesta que ayuda a los sobrevivientes en el trágico intento de escoltar el viaje de aquellos desdichados.
Algunos emprenderán satisfechos el vuelo eterno, otros brindarán por esos abandonos.
Con la aurora descansará mi cuerpo al borde del marco de alguna de las ventanas, extraviada la mirada en el horizonte mustio.


martes, 19 de febrero de 2013

PROPONGO



PROPONGO

Mi cariño insolente,
mi amor sin contornos,
una pasión inagotable.
Mis dedos en la espalda,
mi costilla ausente,
mi total.
Renovadas caricias ardientes
besos y labios húmedos.
Mis trayectos,
mi tiempo
mi locura.
Mis secretos a voces,
mi cuerpo oculto,
mi ternura.
Te he invitado a una fiesta,
una en cada encuentro.
A enredarnos las almas,
a derrochar el ánimo,
a quedar sin aliento.
Acuso recibo de tu esquela,
que a vuelta de correo
insensata reclama;
usuales desayunos,
coincidencias calcadas,
roces sin sabor,
sábanas de rutina;
y todo el lío común
que a todo amor
acompaña a la ruina.