miércoles, 24 de octubre de 2012

SOLO

SOLO
Mario A. Alonso

Solo, compañero del desierto 
de tanta soledad es yermo.
Vaciado de caricias, 

huraño pasajero 
de noches huecas. 
Apura el trago 
que quema en la garganta 
acompaña el pulso 
el que solo espera. 
Marginal, 
al margen de la vida 
amontona desapegos, 
aguarda la señal 
que muestre un hecho.

miércoles, 17 de octubre de 2012

REMOLINOS



REMOLINOS
Mario A. Alonso

Anduvo dando vueltas la maleta,
a ver si encontraba reatazos de la historia
que dejara aquella tarde en la vereda.
¡La pucha el pueblo,
    el barrio,
       las casas,
            los rincones...!,
¡claro que tienen alma!,
es de lo que uno se enamora
y ya no pasa.
Anduvo dando vueltas la maleta,
a ver si encontraba los retazos de historia
que dejara aquella tarde en la vereda,
y no las hallaba.
Hubo trajinado hasta el borde los ojales.
Llegado al fondo mismo
de su extensa negrura
los poros de la tela,
y nada que aparezcan.
De haber sabido antes,
le hubiese cambiado
al plátano,
esa parte del tallo
que tocara su espalda sudada,
por dos bolitas.
Al patio de baldosas de la casa vieja,
el puro pedacito
donde quedó la sangre
de unas rodillas mozas.
Tuviese que haber trocado
a la cocina,
el olor a la comida de la abuela,
por las figuritas
y a las habitaciones,
el perfume de ella,
el de la madre y el del padre jóvenes,
por la gomera.
Voló la luciérnaga.
Los bolsillos florecieron
su forro de estrellas
dados vuelta,
y no están.
¿las ha perdido?
¿o se las alcanzó el olvido?,
el que al despertar
dejó en la almohada
por descuido.
Ha dado vueltas la maleta
buscando los retazos de historia
que dejara aquella tarde en la vereda
y los ha hallado
colgando del filoso diente
que muerde en la memoria.

jueves, 11 de octubre de 2012

KINTU - Kinturayen - Poesía Mapuce

Kinturayen


KINTU
Tripan ñi trekayal mawida püle
ramtufin kürüf
ñi elkünuken ñi dungun anümka mew,
kiman rayüle folil
pünchonule pewma,
kiñetule taiñ dungun
ka mapu elkenoelyinmew pu trafia.
Wiñotuaiñ may taiñ ülkantun mew,
tripapale antü
kayi choyüpe taiñ püllü,
ka mongeaiñ
inaltu lewfu
dunguaiñ üñüm engo
nütuaiñ taiñ tremolketuelchi tapül
antü ñi kutran mew
fewla inchiñ taiñ kidu ngetual. (Kinturayen)





http://kinturayen-kinturayen.blogspot.com.ar/


KINTU
He salido a caminar por las montañas
y preguntado al viento
si guarda su voz entre los árboles,
entenderé cuando florezcan sus raíces
y no se marchiten los sueños,
cuando se unan nuestras palabras
y no nos distancie la tarde.
Hemos de retornar entonces con nuestros cantos,
cuando salga el sol,
hemos de permitir germinar el bosque
y anidar en la tierra nuestro espíritu,
para volver a vivir cerca de los ríos
hablar con las aves
palpar las hojas que sanan el dolor del tiempo
cuando queremos ser nosotros mismos. (kinturayen)



domingo, 7 de octubre de 2012

ALMAS VIBRANDO


ALMAS VIBRANDO
Mario A. Alonso

Abrazo la noche.
Me contagia y encanta.
Mezclo mi fortuna con la de todos
y bebo en algún lugar.
Por momentos una estipulada lucidez me llama.
-¡Deja ese mundo que no conduce a nada!-
y combato mi lógica confusión
pues la noche acarrea ilusión
y mi espíritu tolera verdad.
¿Que sería de mis días?
¿y de mis noches?
¿y de mi vida?
Sin darle riendas a la sospecha.
Ando la vida desafinado
escuchando mi corazón sincopado
tumba y retumba con cada encuentro.
Pero no puedo conocerte
sin sentir latir tu fuente
tu corazón discordante.
Déjame mirarme en tu mirada
afinar mi centro en la madrugada.
tolera latir mi centro
batir mi parche adentro
comprobar a esta hora
en que nota tu alma esta afinada.

viernes, 5 de octubre de 2012

LOS QUE VIVEN EN EL VIENTO

LOS QUE VIVEN EN EL VIENTO
Mario A. Alonso

Vuelve a soplar una racha que exhala la Cordillera del Viento.
Apalea la ventisca mi ventana y mi argumento.
Regresa el sonido mezclando el soplo de los álamos con los alaridos rebeldes de quienes, decididos a no capitular, dejarán el cuero a secarse en la aridez de esta Patagonia norte.
Por ahí grita un Ranquel, Baigorrita y un Borohano, Purrán. ¿vuelven con el viento o viven en él?

Durito y una de paredones - Subcomandante Insurgente Marcos


Durito y una de paredones

La Historia, mi narizón cumpleañero, no es mas que un largo paredón. La lucha por el Poder no es, en realidad, más que la lucha por estar en el pelotón de fusilamiento y no frente a él. Así van cambiando el nombre y el rostro de esos patéticos soldados. Sin embargo, quien da las órdenes de ‘preparen, apunten, fuego’, es el mismo”. Durito checa el brillo de su coraza con un hilo de sol que la nube, entre tanta lluvia, ha dejado llegar al suelo.
“Los desposeídos del mundo siguen pasando regularmente frente al paredón y, con la misma regularidad, reciben balas de promesas falsas, humillaciones, olvidos. Y, claro, también reciben balas de plomo. Los que logran pasar a ser del pelotón de fusilamiento, alegan méritos por cada uno de los fusilados de su bando, hacen carteles, corridos y poemas alabando el heroísmo,… y siguen disparando, ahora sobre el siguiente grupo que se forma frente al paredón”.
“Así transcurre la historia. Pero cada tanto, un rebelde llega frente al paredón. Él no disputa entre estar o no en el grupo que dispara o en el que recibe el disparo. El rebelde da la espalda al pelotón. Y no porque tenga miedo, sino porque de esa forma puede hacerle, con la uña, una rayita al muro. Después viene otro rebelde y descubre la rayita y la ahonda. Así pasan unos y otros. El muro se va debilitando y alguna vez terminará por resquebrajarse.
Los políticos seguirán discutiendo y peleando por ver quién dispara, pero ya no habrá paredón ni fusilados. Y los tiros, pasadas sus rasancias máximas, terminarán por vencerse en un suelo donde los paredones sólo serán un mal recuerdo”.
“Claro que, mientras eso pasa, conviene tener un chaleco blindado y responder a las balas de plomo con idénticos argumentos”, agrega Durito.
Yo salgo afuera de la champa. Miro con escepticismo el largo paredón de la noche en las montañas del sureste mexicano. Después de un rato, intuyo, más que ver, una pequeña abolladura en un costado de la pared nocturna. Con la uña del pulgar raspo un poco más.
Más tarde encuentro a un grupo de combatientes veteranos reunidos en torno a la fogata. Los conozco a todos y cada uno. Hace 10 años, salieron junto mío a un combate que prometía todo menos el retorno. Hablan de Sub Pedro. Yo los escucho en silencio. Cuando se dan cuenta de mi presencia, se ponen de pie y firmes. Les indico que en descanso.
Esperan. Yo enciendo la pipa y, ya marchándome, les digo y me digo: “Una raspadura en la noche, ésa es nuestra herencia…”
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
(publicado en la revista Rebeldía, nº 13, en noviembre de 2003)