martes, 24 de mayo de 2011

PESADILLAS Y ESPIRITUS

PESADILLAS Y ESPIRITUS
Y los fantasmas me acechan, 
se me echan encima... 
me ahogan,
me aprietan,
y a veces pienso que sos vos,
y no....


Esa mañana decidí dormir un rato más; sabía que llegaría tarde al trabajo, pero no me importaba demasiado, el sueño podía más que la conciencia.
Dejé el teléfono al lado y me dí la vuelta disfrutando del calor de las sábanas que me mantenían lejos del invierno que se iniciaba a del otro lado del cristal de la ventana.
Apenas dormido él estuvo cerca de mí, lo presentí y me faltó voluntad para voltear a enfrentarlo.
Inmediatamente fue a sentarse a mi lado, a mi espalda.
Sentí como se hundía el colchón y como las sábanas se estiraban apretándome.
Imaginé que era mi padre.
Echándose sobre mí tomó una de mis manos, apretando un poco.
Justo en ese instante advertí que se trataba de algún fantasma extraño.
- ¡Papá! ¿sos vos? – dije, y con la mano libre traté de tocar su rostro.
Mis dedos se perdieron en una boca abierta, sentí el roce de los dientes raídos.
Me estaba pesando demasiado y me asfixiaba.
En un esfuerzo póstumo, hinché la espalda y me incorporé gritando.
Cuando pude volverme, con el corazón en un puño, él ya se había esfumado.
El costado de la cama conservaba la forma de una figura.

MARIO A. ALONSO
24 de mayo de 2011 
Chos Malal, invierno de 2011

INSTRUCCIONES-EJEMPLOS SOBRE LA FORMA DE TENER MIEDO

     En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere.
En la plaza del Quirinal, en Roma, hay un punto que conocían los iniciados hasta el siglo XIX, y desde el cual, con luna llena, se ven moverse lentamente las estatuas de los Dióscuros que luchan con sus caballos encabritados.
En Amalfi, al terminar la zona costanera, hay un malecón que entra en el mar y la noche. Se oye ladrar a un perro más allá de la última farola.
Un señor está extendiendo pasta dentífrica en el cepillo. De pronto ve, acostada de espaldas, una diminuta imagen de mujer, de coral o quizá de miga de pan pintada.
Al abrir el ropero para sacar una camisa, cae un viejo almanaque que se deshace, se deshoja, cubre la ropa blanca con miles de sucias mariposas de papel.
Se sabe de un viajante de comercio a quien le empezó a doler la muñeca izquierda, justamente debajo del reloj pulsera. Al arrancarse el reloj, saltó la sangre: la herida mostraba la huella de unos dientes muy finos. El médico termina de examinarnos y nos tranquiliza. Su voz grave y cordial precede los medicamentos cuya receta escribe ahora, sentado ante su mesa. De cuando en cuando alza la cabeza y sonríe, alentándonos. No es de cuidado, en una semana estaremos bien. Nos arrellanamos en nuestro sillón, felices, y miramos distraídamente en torno. De pronto, en la penumbra debajo de la mesa vemos las piernas del médico. Se ha subido los pantalones hasta los muslos, y tiene medias de mujer.

JULIO CORTÁZAR
Historias de cronopios y de famas (1962) es uno de los libros legendarios de Julio Cortázar. Postulación de una mirada poética capaz de enfrentar las miserias de la rutina y del sentido común, Cortázar toma aquí partido por la imaginación creadora y el humor corrosivo de los surrealistas.

Esta colección de cuentos y viñetas entrañables es una introducción privilegiada al mundo inagotable de uno de los más grandes escritores de este siglo y un antídoto seguro contra la solemnidad y el aburrimiento. Con este libro, Cortázar sella un pacto de complicidad definitiva e incondicional con sus lectores.